LOS TRAGOS AL SOL

Esta locura climática que estamos experimentado también tiene cosas buenas, o así lo veo yo: el vaso de agua que siempre sea Capri y esté lleno. Está claro que este tiempo primaveral no es lo normal para estas fechas, la razón no la sé y allá cada uno con sus teorías,  pero ya que no podemos ir a esquiar y el sol nos abraza: entreguémonos a los bares y a la calle. Es lo que nos queda, y sin abrigo parece que enero se hizo igual de largo pero no tan difícil de remontar.

Esta locura climática que estamos experimentado también tiene cosas buenas, o así lo veo yo: el vaso de agua que siempre sea Capri y esté lleno. Está claro que este tiempo primaveral no es lo normal para estas fechas, la razón no la sé y allá cada uno con sus teorías,  pero ya que no podemos ir a esquiar y el sol nos abraza: entreguémonos a los bares y a la calle. Es lo que nos queda, y sin abrigo parece que enero se hizo igual de largo pero no tan difícil de remontar.

El frío llegará, se lo aseguro yo, que sin ser Javimo ni Rappel sé que al invierno no se lo come el lobo ni nada ni nadie. Volveremos a la comodidad y el calor de la barra y las mesas de MALA-SAÑA, abandonando la terraza y entregándola a los más valientes y a los fumadores: los vicios, muchas veces, pueden todo. Disfrutemos, lo que podamos y nos deje el tiempo, de esos vermús con el sol alto reflejando en nuestros hielos y bañándonos de oro; de esas copas en el crepúsculo mientras el día y la noche se enzarzan en una cruenta batalla que gana la oscuridad para unas horas más tarde ser la derrotada. Aunque, escribo esto sabiendo que la mayoría de ustedes ya tienen la lección muy bien aprendida: por semana, durante el finde, por las tardes o por la mañana es casi una misión imposible encontrar sitio al aire libre en MALA-SAÑA. Las mesas están más cotizadas que muchos activos financieros, y no me extraña, porque el valor es intrínsecamente mucho mayor, dónde vamos a parar.

Ante la imposibilidad normativa y física de poder ampliar la terraza, me gustaría, y sé que es un deseo imposible, que por parte del Ayuntamiento se diera la posibilidad de flexibilizar ciertas normas. Que con el buen hacer y la responsabilidad cívica del ciudadano y cliente en MALA-SAÑA, o en cualquier otro bar, se permitiera el sacar la consumición a la calle y poder disfrutar de ella en un entorno privilegiado e idílico como es Porlier o tantos otros de Oviedo. Que la gente disfrute las calles y consuma en los bares, algo que ya está inventado desde hace años y es una fórmula de éxito. Cuando visito otras ciudades y otros países siento envidia de esto, y de muchas cosas más, pero veo claramente cómo desaprovechamos oportunidades que harían más ciudad y afianzarían la unión entre hostelería y personas. Y que quede siempre presente que para lograr esto es necesaria una clara colaboración y el respeto de todos, algo de lo que no tengo tan claro que todos podamos responder. Ser la Capital Gastronómica de España, además de un orgullo, conlleva unas responsabilidades que no sólo caen sobre los dirigentes, también sobre los hosteleros, los clientes y toda la ciudad.

Disfrutemos del buen tiempo, aprovechemos el sol, seamos responsables y celebremos. Y, pese a que yo sea de barra, si alguien tiene algún truco para encontrar un domingo a las dos de la tarde sitio en la terraza, que me lo haga saber.

Nos vemos en la barra, brindo por ustedes.

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