La importancia de la carta
Cuando yo llego a mis bares, uno de ellos, está claro que es MALA-SAÑA, no estaría haciendo esto de no ser así, la mayoría de veces voy a tiro fijo con mi consumición, no varío mucho, se podría resumir así: “Un Negroni y un vaso de agua en vaso capri”. No sé cuántas veces habré pedido esto ni las que seguiré pidiéndo, porque a lo bueno, como los lugares en los que uno ha sido feliz, no sólo hay que volver, sino que nunca hay que marcharse.
Pero uno, en ciertas ocasiones, siempre tiene que dejarse llevar, probar cosas nuevas, experimentar, dejarse aconsejar por los que más saben, que siempre están detrás de esta barra. Aquí cobra importancia la carta y los barman, porque en función de los gustos, del ánimo, del brillo de unos ojos o del tono de unas palabras son capaces de seleccionar lo mejor y ofrecérselo en tragos.
Las cartas, que son pequeñas obras de arte tanto en su composición como en el diseño, se trabajan durante mucho tiempo, se hacen miles de pruebas con todo el equipo, se innova, porque siempre hay que cambiar para seguir siendo igual de buenos. El arte de la mixología, de bajarte la luna y ponértela en una copa o de lograr un Dry Martini tan perfecto que parezca un puñal disuelto, es una ciencia que engloba saber, química, sentimiento, ilusión, ganas de hacer dichosos a los demás y muchas mezclas y pruebas. De todo esto salen esas maravillosas piezas que son las cartas, algo tan bonito que nos alegra el alma a sorbos o contemplándolas. Tengo que reconocer que guardo varias con la intención de que algún día decoren alguna pared de mi casa o de donde sea, otras son tan buenas que se podrían colgar por el lado de los cócteles.
No tengan miedo, abran la carta, pregunten, manoseen, den el paso a probar algo nuevo, quién sabe si es su puerta directa al paraíso, estúdienla, guárdenla y llévenla para casa; puede que un día, revolviendo en esa chaqueta o en ese bolso den con ella y automáticamente les teletransporte a ese lugar feliz al que no tiene que volver porque se da cuenta que nunca se ha ido. Ese lugar es MALA-SAÑA.
Nos vemos en la barra, brindo por ustedes.