LECTURAS ETÍLICAS
Empiezo con BEBER DE CINE de José Luis Garci, una de esas joyas que todo amante de la coctelería y el cine debe cobijar en su biblioteca. Es un libro fantástico, totalmente plagado de esa energía y genialidad contagiosa que posee Garci cuando habla de sus pasiones. Habla sobre diez cócteles relacionándolos con diez películas, diez tragos y diez filmes que si no han hecho mejor el mundo, sí más habitable.
Además de ser uno de los mejores escritores de su época y padre de Martin, Kingsley Amis fue un borracho maravilloso, de estos que brillan con luz propia y aunque hagan el ridículo siempre salen airosos. En SOBREBEBER están recogidos todos sus textos sobre la bebida: “Han corrido ríos de alcohol por las llanuras literarias: al fin y al cabo, el líquido elemento mana sin pausa como inductor o lenitivo de todos los disturbios. Una antigua paradoja”. Kingsley fue y sigue siendo, porque mientras que nos queden sus libros siempre permanecerá, un escritor esencial y necesario.
En MI ÚLTIMO SUSPIRO, la biografía de Luis Buñuel, el cineasta de Calanda nos cuenta el devenir de su azarosa, extrema y afortunada vida. Como un joven inquieto de familia pudiente llega a convertirse en uno de los más grandes genios del cine. Buñuel nunca perdonaba el aperitivo, en el que daba cuenta de varios dry martini; que dicen que ejecutaba de una manera excelsa: “Lo perfecto es tomar el dry martini muy seco, basta con dejar que un rayo de sol pase a través de una botella de Noilly Prat antes de dar en la copa de ginebra”.
Cuando la autoficción casi ni existía, Francisco Umbral ya era un maestro del género. Alguien capaz de ser siempre el último de la fiesta y llegar el primero a escribirlo. El dandy que creó un mito gracias a su capacidad de trabajo y las ráfagas de su máquina de escribir. En LA NOCHE QUE LLEGUÉ AL CAFÉ GIJÓN nos cuenta su desembarco en Madrid, rompeolas de la bohemia y la cultura, y cómo conoció a ese Madrid intelectual y desordenado rondando el mítico Café Gijón: refugio de poetas, escritores, pintores y demás gente de mala fama y buen vivir.
Fue en los ochenta cuando Julio Llamazares se apareció en Madrid y en EL CIELO DE MADRID, escrito años después, hila una crónica generacional de esa época. Una reflexión sobre la felicidad y la fugacidad de la vida, donde un grupo de artistas y escritores tratan de alcanzar el éxito y lo que les alcanza es el tiempo.
LIMONOV es para muchos el mejor libro de Emmanuel Carrére, opinión con la que coincido. Un libro que llenó de premios al autor e hizo famoso y referente a Limonov, el poeta, escritor y opositor a Putin. Un personaje que fascina y repele al mismo tiempo, un héroe loco, una máquina de la bebida y del exceso, una cabeza privilegiada, un buscavidas genial. Una vida real que rechazaríamos surgida de la ficción.
Fue el más dotado y el mejor de su generación, de esa Generación Perdida que se bebió la vida en el París de entreguerras. Scott Fitzgerald acarreó problemas con el alcohol durante toda su vida adulta, tanto que no se sentía capaz de escribir si no bebía; su mujer, Zelda, otra gran bebedora, acabó internada en un psiquiátrico por problemas mentales agudizados por su alcoholismo. Pero antes de que su maravillosa vida se truncara y de que se le parase el corazón a los 44 años, le dio tiempo a escribir libros y relatos prodigiosos. EL GRAN GATSBY es uno de ellos, pero no sólo, es el mejor. No les cuento nada, pero sumérjanse en esas fiestas eternas que pueblan sus páginas y luchen por el amor verdadero, se alcance o no, como lo hace Jay Gatsby. Sin olvidar el comienzo, que te atrapa: “En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza: ‘Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien – me dijo – ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas’
Frédéric Beigbeder pasó años a remojo entre litros de champán, rodeado de montañas de cocaína y disfrutando de las mujeres más guapas de Francia. Es lo que tiene ser un niño bien y desarrollar una exitosa carrera en el mundo de la publicidad. Todo iba bien hasta que se cansó de ese maravilloso mundo y decidió ser escritor: durante años enfant terrible. Cuenta esto y más en EL AMOR DURA TRES AÑOS, un libro al que uno siempre vuelve y de los que se presta a ser regalado: una historia de amor y de vida, con lecciones que perduran mientras te saca una sonrisa.
Stéphan Lévy-Kuentz se sienta en una terraza de Montparnasse y mientras disfruta de un trago y otro en el aperitivo va dando forma a un libro. El resultado es METAFÍSICA DEL APERITIVO, un pequeño tratado vitalista y erudito donde analiza uno de esos pocos momentos que seguimos reservando para la contemplación y el ocio en este mundo fugaz: el aperitivo. Una obra terapéutica para leer a pequeños sorbos.
Si hablamos de Lawrence Osborne lo hacemos de uno de los últimos viajeros ilustres, un gentleman dionisiaco que recorre el mundo en busca de historias, sabiduría, hechos y buenas bebidas que luego plasma en todo lo que escribe. BEBER O NO BEBER. UNA ODISEA ETÍLICA está lleno de textos maravillosos, uno disfruta acompañando a Osborne a través del globo con un firme propósito: conocer la cultura etílica de cada lugar, probarla, teorizar sobre ella y, cómo no, disfrutarla.
Es BORRACHOS, de Edward Slingerland, una investigación deslumbrante sobre el vicio más antiguo de la humanidad: el alcohol. Una descripción cautivadora de cómo las sociedades han sido moldeadas de forma positiva por el alcohol, de la importancia de este en la evolución humana y de cómo la intoxicación etílica ha ayudado a la resolución de problemas y desafíos que, quizá, de otra forma no habríamos podido solventar.
Y termino con el libro definitivo para todos los forofos buen bebercio: MUEBLE BAR, de François Monti. Porque de la coctelería uno puede y debe disfrutar también en casa. Todo lo que uno debe saber para hacerse con unas buenas reservas en casa y preparar los mejores cócteles contado de una forma entretenida y divertida. Beber fuera no significa no hacerlo en casa y viceversa.
Nos vemos en la barra, brindo por ustedes.